viernes, 23 de noviembre de 2012

La frontera invisible


En alguna asignatura he tenido que estudiar cuándo es más interesante que cierto bien o servicio lo provea el sector público y cuándo es mejor que lo proporcione el sector privado.

Una de las teorías, dice que la provisión ha de ser pública cuando se preste en mejores condiciones que si fuera privada. Sea como fuere, una vez que un servicio se presta de forma pública, prestadores y prestatarios deberían tener clara la donde está la frontera de uso.

¿Por qué os suelto esta parrafada?

Ayer, viendo las declaraciones del caso Madrid Arena, el propietario de la empresa Diviertt se quejaba de que no había policía suficiente controlando el botellón que se producía en la Casa de Campo.

A resultas de esta falta de control, los integrantes de ese botellón intentaron colarse en el recinto y se produjo la famosa avalancha de gente que tan tristes consecuencias produjo.

Yo aquí veo varias pegas. La primera y más importante es que, si bien es cierto que la policía debería controlar el botellón (que se supone es ilegal, cosa discutible), eso no quita para que él debiera tener una seguridad más que buena en un evento que tenía todas las papeletas de ser conflictivo.

La policía no está para guardar las puertas de las fiestas privadas, por muchos chanchullos que el presidente de la empresa tenga con el hay-untamiento. Curiosamente, entiendo perfectamente que este señor, por llamarlo de alguna manera, se piense eso.

Estamos cansados de ver cómo la frontera entre lo público y lo privado se va difuminando, bancos que utilizan la policia como su servicio de seguridad privado, políticos que envían a sus chóferes a hacerles recados, etc…

¡Como no vamos a pagar impuestos a patadas, si financiamos servicios para un montón de empresas privadas además del burtal estado sobredimensionado que tenemos!

Nos hemos acostumbrado tanto a la corrupción y a la mediocridad que ya ni nos extraña, es más, lo que esperamos es a alguien que, puestos a que robar, robará, al menos que robe poco.

¡Asombroso!

Buen fin de semana.

3 comentarios:

  1. Con el asunto de Madrid Arena, como con todos los demás, lo primero es que es imposible saber la verdad de lo ocurrido, y lo último es que se irá diluyendo en el tiempo como un azucarillo en el café. Ya habrán pactado/amenazado/comprado a las cabezas de turco pertinentes para que no salpique hacia arriba, que es lo único que les interesa.

    En cuanto a la frontera público/privado, no es fácil su demarcación, pero lo que no se debería consentir bajo ningún concepto es lo que se está haciendo continuamente: la utilización de lo público para el beneficio privado, con la connivencia total de los representantes supuestamente públicos.

    Alguien -no recuerdo quién- dijo algo con lo que estoy totalmente de acuerdo: la derecha es la obtención de beneficios privados de los recursos privados, la izquierda es la obtención de beneficios públicos de los recursos públicos, lo que tenemos, o sea, el abajo, es la obtención de beneficios privados de los recursos públicos, y ¿para cuándo el arriba, que sería la obtención de beneficios públicos de recursos privados?

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  2. En la calle sólo tiene autorización para actuar la policía o guardia civil. Pero ello no implica que en caso de actos privados con asistencias masivas, no se facture a la empresa organizadora el coste de esa policía.

    Porque inauguran una película en Madrid en la Gran Vía, por ejemplo, y se forma un pequeño tumulto en las aceras y en el tráfico. Montones de policías han de acudir alrededor para poner orden y ordenar el tráfico. ¿Lo pagan los organizadores del evento cinematográfico?.

    Por otro lado, lo último en lo de Arena es que parece que alguien abrió las puertas de emergencia para que entrara gente de forma masiva. Aparte de que parece también que se vendieron muchas más entradas de las autorizadas o prudentes.

    No obstante, toda esa masa que se movía para entrar y colisionó con otra masa que se desplazaba dentro de los pasillos del recinto, se supone que está formada por individuos pensantes. ¿Son borregos que se lanzan al tumulto a empujar como piojos en costura?. ¿Son retrasados que necesitan que alguien les impida cometer locuras o imprudencias?.

    Porque no olvidemos que en última instancia a las víctimas las mataron sus compañeros de juerga, que las pisaron y aplastaron sin consideración.

    Aparte de eso, las fiestas tumultuosas y masivas siempre tienen un riesgo elevado. Si lo que se busca es seguridad, no deberían permitirse. Porque se da la paradoja de que su éxito depende el tumulto.

    Si a esa fiesta hubieran asistido sólo cinco mil personas, pongamos por caso, se hubiera considerado un fracaso.

    Con grandes huecos por doquier, los asistentes hubieran estimado que habían ido a algo sin suficiente glamour para contar en las redes sociales. Los empujones, el apretujamiento, la histeria, los gritos, forman parte del espectáculo y es base del éxito de esos acontecimientos.



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  3. Yo creo que si no hay una revolución importante en la que por desgracia sucedan cosas que no gustan, no cambiará en nada porque los políticos de momento no están sufriendo en nada y nosotros segimos callados. Las manifestaciones cada vez se hacen más grandes pero hay miedo a perder el trabajo y eso hace que no siga siendo como debe.

    www.asiaticoz.blogspot.com.es

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