Dicen que hay una maldición china que reza “Ojalá te toque vivir tiempos interesantes”. En las raras ocasiones en que miro las noticias, tengo la sensación de que nos han maldecido a todos o, al menos, a los de siempre.
Hace trece años escribí la última entrada en este blog. Por
aquel entonces estudiaba economía y trabajaba en una de las mayores empresas de
este país. Hoy, con la carrera terminada y un máster a cuestas, a veces tengo
la sensación de que es mejor la ignorancia porque cuanto te pones a pensar en
lo que podría ser, casi da miedo.
Los que habéis seguido este blog en el pasado ya sabéis que
no tengo demasiada fe en la política y, por ende, en el futuro. El hecho es que
desde que dejé de escribir, la cosa no solo no ha ido a mejor, sino que ha
seguido empeorando.
Apariencias. Aparentemente, compramos nuestra comida,
pagamos el alquiler, nos vamos de vacaciones y algunos nos compramos un piso o
una casa. Parece que las cosas están como siempre, sin embargo, el deterioro de
las sociedades y las economías es como el agua que va minando los cimientos.
Lenta pero segura.
No digo que todo se vaya a derrumbar, al final nada es tan
trágico, digo que vienen tiempos difíciles y es bueno ser consciente de ello.
Vamos a ver algunos hechos.
La deuda pública de España. Desde 2007 la deuda pública seha multiplicado por más de tres. Eso significa que hay una deuda que genera intereses
y que hay que pagar porque el no pagar, implica retirada de apoyo de los
mercados y quiebra. Así de simple. Cuando había dinero, se malgastaba, cuando
no, se ha pedido prestado para mantener gasto corriente, algo que cualquier economista
les dirá que no es la mejor de las ideas (siendo generoso).
Electricidad y combustibles. Estos dos elementos impactan a
los bolsillos de varias maneras. El primero encareciendo la producción y el
almacenamiento (cámaras frigoríficas, por ejemplo) y, los segundos, en el
transporte. No olvidemos que en nuestro país más del 70% del transporte (siendo
conservador) se hace por carretera. Esto produce un encarecimiento en los
costes de fabricación y transporte que cada ofertante traslada a la demanda
como considera oportuno.
La pandemia dichosa. La pandemia detuvo la demanda en seco (no
la de papel higiénico pero sí casi todo lo demás). Esto hizo que la oferta se ralentizara
para adaptarse (para qué producir lo que no se consume y solo sirve para ocupar
sitio en un almacén) y el transporte también sufrió. Cuanto la demanda se ha
reactivado (todos deseando dejar el confinamiento y darse algún capricho), la
oferta no lo ha hecho a la misma velocidad y mucho menos el transporte marítimo,
una maquina que estaba muy optimizada para que pudieramos comer aguacates de México
cada vez que nos apeteciera. Este desajuste entre oferta y demanda sumado al
encarecimiento del transporte también produjo un aumento de precios.
Geopolítica. La cosa está difícil. No soy prorruso ni
proucraniano ni casi-pro-nada más que pro-seres humanos. Lo que ha hecho Rusia
ha sido una estupidez, también llevan años pinchándola en varios territorios y
en el Donbass desde el 2014. Otra cosa es a qué den cobertura los medios. En
cualquier caso, Rusia proporciona gas, petróleo, oro, fertilizantes, etc.
Ucrania, por otro lado, es el granero de Europa y también exporta otras cositas.
Otro elemento más para que la especulación y la preocupación se den la mano
para subir los precios.
En conclusión: vienen curvas. Precios al alza por varios
motivos. Gobiernos (da igual el color, a quien piense que los políticos tienen
margen de maniobra le diría que me encantaría tener su optimismo y que ojalá
lleve razón) sin capacidad para bajar impuestos, no solo eso, sino que tendrán
que seguir buscando ingresos (si es un eufemismo para decir exprimiendo al
pueblo) de donde sea (impuestos a las criptomonedas, autovías ya pagadas y
repagadas, etc). Desempolvemos la excusa de “en España se paga menos por XXXX
que en YYYY”, dejando en suspenso la frase y sin decir que en YYYY el salario medio
dobra al de España.
Inflación… más impuestos… el águila y el oso peleando mientras
el dragón se frota las garras. Todo esto mientras el trabajo se convierte en un
privilegio en lugar de un derecho porque la tarta cada vez es menor. Lo del peak oil... ya si eso para otro día.
Lo dicho, líbrame señor de vivir tiempos interesantes.
Ojalá me equivoque.