jueves, 6 de febrero de 2014

La hora del bocadillo

Pepito Donnadie y Cayetano Granseñor son dos niños que, por azares de la vida, juegan en el mismo parque, el parque Paratodos que se sitúa entre la Moraleja y la ciudad de Alcobendas. Pepito pertenece a una familia normal, su papá es albañil y su mamá trabajaba en un supermercado, ahora está en paro. El papá de Cayetano trabaja en una cosa muy complicada de dinero, tal y como comentan los niños de 5 años en sus encuentros. Su mamá no trabaja.

Llegada la hora del bocadillo, los dos niños se sientan juntos a comerlo al pie del columpio. Pepito saca un minúsculo pedazo de pan descongelado unas horas antes y relleno de chóped. A Cayetano, le cuesta sostener su baguete de pan francés relleno de aceite de oliva virgen extra, tomate ecológico y jamón de jabugo entre sus manitas infantiles.
En teoría, los dos niños meriendan. En teoría, ninguno pasa hambre. Sin embargo, una hora después del bocadillo, Pepito vuelve a tener hambre y no juega con la misma energía que Cayetano.

Y es que la teoría y la práctica, a menudo, no tienen nada que ver.
Por eso no es lo mismo crear empleo que crear empleo de calidad, por eso en España el obtener un empleo no te garantiza salir de pobre. Por eso, no es un triunfo que se destruya un empleo fijo para crear dos empleos temporales, esa gente, ni consumirá lo mismo (y hablo ya de cosas básicas) ni aportará lo mismo a las arcas del estado.

Y ahora, señores políticos y escoria diversa, explíquenme de nuevo que el año pasado fue un buen año para el empleo, eso sí, háganlo sin que se les escape la risa, por favor.
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