martes, 30 de julio de 2013

Una solución islandesa



Muchos, entre ellos yo mismo, alaban la solución que se tomó en Islandia, el dejar quebrar a los bancos, no socializar las pérdidas y juzgar al gobierno por negligencia. Sin embargo, por muy bien que me parezca, de eso a pensar que en España podríamos hacer lo mismo, hay un trecho.

Hay gente que clama contra que se pague la deuda pública que endeuda por unos 27.000 euros a cada español, por mucho que tenga 20 minutos de vida y apenas le acaben de cortar el cordón umbilical.

Aunque expresar la renuncia a dicho pago sea un hermoso sueño, es del todo inviable. ¿Por qué?, ¿quién creéis que lo pasaría peor?

Del mismo modo que con la quita griega fueron los bancos alemanes y franceses los que más sufrieron (en teoría), con una quita de deuda española quienes más sufrirían serían los bancos españoles (obligados amistosamente a comprar para que en los periódicos aparezcan los titulares “España coloca con éxito…”) y la seguridad social. Si amigos, la seguridad social tiene su fondo de reserva completamente emponzoñado con la deuda pública del país.

De modo que, si se dejara de pagar la deuda, aparte de que nos cerrarían el grifo del crédito exterior, empezarían a caer bancos españoles (200.000 millones de euros de deuda pública que tienen en sus balances) y, de postre, la seguridad social.

Pensiones, prestaciones de desempleo, etc… todo al garete. La solución islandesa es muy poética, casi utópica. Lo único que podríamos hacer aquí sería juzgar a los responsables políticos, pero para eso nos faltan un buen par de narices.

jueves, 25 de julio de 2013

Un suceso desafortunado, un futuro preocupante



En primer lugar, quiero darle el pésame a todos los familiares de las víctimas del accidente de Santiago de Compostela. Poco, por no decir nada, se puede decir que alivie el dolor de la gente que, a estas horas, lloran a sus difuntos.

Este accidente me ha hecho pensar y mucho. Durante los próximos días, se sucederán declaraciones, primero de duelo y luego de caza de culpables. Se terminará culpando, probablemente,  a los maquinistas. No digo que no tengan la culpa, digo que no lo sé e intuyo que tengan la culpa o no, les tocará “bailar con la más fea”.

Lo que más me preocupa es pensar que tal vez y solo tal vez, los recortes tengan algo que ver en todo esto, y lo que es peor, tengo la fatídica sensación de que estamos ante un suceso que podría repetirse, dios no lo quiera, con una frecuencia creciente en el futuro.

Gente obligada a trabajar más horas de las que les toca, menos personal en los sistemas de control, componentes de menor calidad, etc… todo esto es la cara oculta de unos recortes que se realizan en donde no se tienen que realizar para mantener lo que hace tiempo debería haberse eliminado.

En cualquier caso, esto sólo son impresiones que espero que sean equívocas. Lo dicho, mi más sentido pésame a los familiares y amigos de las víctimas de la tragedia.

martes, 23 de julio de 2013

El mercado laboral de Mr. Potato



Mr Potato fue un juguete muy popular, tal vez porque era muy simple o porque lo aguantaba todo. El concepto no podía ser más sencillo: una patata a la que se le cambiaban los rasgos.

Pienso que el mercado laboral es así hoy día. Existen piezas claves y piezas intercambiables. Y cuando hablo de piezas claves no digo que no se puedan sustituir, sino que cuesta más cambiarlas. 

Del mismo modo, si se perdía una boca de Mr Potato se le ponía otra, pero si se rompía la patata, había que comprar un nuevo juego.

Llegamos entonces a un mercado laboral a dos velocidades, el del empleo super-culificado con contratos laborales estables y remuneraciones aceptables y el empleo intensivo, cuyas remuneraciones van en función de la cantidad de mano de obra disponible.

Todo esto viene de una realidad dura, cada vez somos más y cada vez necesitan menos para producir lo mismo. Resulta curioso si pensamos que se ha planteado un mundo en el que la ocupación decrece pero cuyo crecimiento se quiere mantener a costa de un consumo creciente. Y ahí, para paliar esta descompensación, fue donde entró el crédito barato, casi regalado.

Hasta que hubo que pagarlo, entonces nos encontramos con un mercado laboral de Mr Potato en el que muchas piezas ya no hacían falta.

miércoles, 17 de julio de 2013

Semos los primeros


Cuando a alguien le dicen que su país es el primero en algo, su orgullo suele henchirse hasta alcanzar proporciones indescriptibles. Este es el punto en el que es mejor estar calladito y no intentar ir más allá en el afán de conocimiento.

Para los que quieran sentirse contentos de ser españoles, les recomiendo que dejen de leer en este punto y se vayan a comer o a tomarse una cervecita.

Para el resto, decirles que España fue el país que más elevó la presión fiscal el año pasado, salía a un aumento de impuestos cada diez días, o incluso algo menos… de hecho, la cosa es tan divertida que si sumáramos todo lo que hemos de pagar, trabajaríamos todo el resto del año para el estado.

Pero no solo eso, la deuda pública también crece (de hecho en mayo alcanzamos ya el nivel previsto para todo 2013), demostrando que los recortes son para los bajitos, que los que miran por debajo del hombro a los demás, no se cortan ni un pelo a la hora de no recortarse. Y es que ese bebé que nació hace 15 minutos ya debe más de 20.000 euros.

Curiosa España, antes los niños venían con un pan debajo del brazo, ahora con un pagaré, que más que pagaré debería llamarse pagarán, porque esta deuda es de las que se lega.

Ya sé, ya sé, hay que mantener mucho parásito y mucho gasto inútil… vale, pero eso no impide que a la piara que nos dirige le siga quedando capacidad de asombrarnos… ah y en agosto subidita de luz, que ya la pagamos mucho más cara que Francia y claro, como no se ahorra en costes de materias primas o producción, hay que ahorrar en salarios.

Pues eso, que “semos los primeros” aunque a mi no me importaría que fuéramos los últimos…

jueves, 11 de julio de 2013

Desestacionalizar lo estacionalizado



Aunque a primera vista puede parecer que el título del artículo es un trabalenguas, nada más lejos de mi intención, simplemente se trata de expresar mi rechazo ante la avalancha de palmaditas en la espalda que los políticos se preparan para darse ante el respiro que les suponen los datos de desempleo veraniegos.

Todos sabemos que hay ciertas épocas del año en que el desempleo desciende, porque aumenta la ocupación estacional (semana santa, verano y navidades principalmente), sin embargo, la cuestión no es tanto si aumenta o desciende el empleo sino en qué medida lo hace en relación a lo que es normal en esa época.

Sé que parece enrevesado, pero no lo es. Si estudiando la serie histórica de datos vemos que la media de crecimiento de empleo en julio es de 100.000 personas y, este año, el empleo crece en 110.000, tendremos una buena noticia pues al desestacionalizar el dato, seguiremos creando empleo. Sin embargo, si el empleo crece en 80.000 personas, por mucho que haya creación de empleo, se crearán 20.000 puestos menos que otros años.

Como cada verano, tengo la sensación de que se afanarán en hacernos creer que la crisis se acaba,     que remontamos poco a poco, sólo para que gastemos más durante las vacaciones y creamos que, en septiembre, la realidad no nos va a dejar un ojo morado al golpearnos en la cara. Ojo con los datos, que como todo lo que viene de arriba, suelen ser engañosos.

jueves, 4 de julio de 2013

Un mundo cuántico



A veces viene a mi memoria la historia del gato de Schrodinger, un gato que estaba metido en una caja y que, por tanto, estaba vivo y muerto a la vez. Sólo se podía saber con certeza su estado abriendo la caja.

El mundo de hoy es así. Rico y pobre. Con obesos y desnutridos. Con organismos que nos alientan a consumir y gobiernos que nos imponen la austeridad. Con empresas que envían correos pavoneándose de cuánto más han ganado este año, pero que luego se escudan en la crisis para no subir los sueldos.

El mundo se encuentra en un círculo caótico, hemos pasado de una sinfonía de Mozart, perfectamente orquestada, a un tema de jazz donde la improvisación es la que manda.

Se improvisa para llegar a mañana, como en Portugal o Grecia, pero claro, mañana siempre llega aunque hoy creamos que no…
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