lunes, 28 de abril de 2014

El fantasma de la deflación


Desde hace un par de meses, la palabra “deflación” comienza a ponerse de moda como en su día estuvieron “rescate” o “prima de riesgo”. La deflación hace referencia a la bajada continuada de precios, es decir, es lo contrario a la inflación.
Según los expertos, la deflación es algo tan malo como lo fue la gripe A o el apocalipsis maya, algo que iba a acabar con el mundo etc… etc…

Los argumentos esgrimidos por sus detractores son que aunque a las familias en primera instancia les beneficiaría una bajada de los precios, para variar, a la larga sería perjudicial. Por mucho que la señora Angelita, la madre del Chechu, la del segundo, fuera al mercado y volviera con más dinero en el bolsillo, cosa que le permitiría ahorrar por primera vez en cinco años, la deflación implica que las cosas, por definición estarán más baratas mañana de modo que, ¿para qué comprar hoy?
El final, según los “expertos”, la deflación haría que toda la sociedad retrasase sus compras (vehículos, maquinaria, etc…) en pos de un mañana en el que serían más baratas. Esto generaría un círculo vicioso de menos consumo y más paro que hundiría el país y mataría a todos los cachorritos del mundo habidos y por haber.

Para mí, el planteamiento de base puede tener su lógica, pero con la fama de mosca cojonera que me caracteriza, no puedo evitar hacerme una serie de preguntas y, para variar, contradecir la “voz de la sensatez”.
Estamos como estamos porque hemos consumido a tontas y a locas, ¿no será mejor que, para variar, ahorremos?

Puede que la deflación haga que se retrasen las compras, pero quien necesite un coche, quien lo necesite de verdad, se lo comprará hoy si no puede esperar a mañana. La deflación eliminará al que se lo compra porque ya se le ha llenado el cenicero y quiere otro modelo que lleva ziritione y bífidus turbo-diesel de 95 octanos.
En un país en el que los precios han subido (luz, electricidad, etc…) y los impuestos vuelan más alto que un satélite mientras los salarios no es que hayan bajado, es que se han apuntado a cursos de espeleología, ¿no estaría bien ver que los precios se ajustan a-lo-que-los-ciudadanos-pueden-pagar?

Todas las grandes guarradas que nos hacen los gobiernos se hacen en pro de reducir el desempleo aún cuando es mentira, de modo que ¿de verdad habrá tanto aumento del paro en un país en el que tenemos un 30% de desmpleo?
Para mí, la verdad, es que las deudas de los países son menos deudas cuanto mayor es la inflación, que es un impuesto para los ciudadanos encubierto, y la deflación, puede que no sea lo ideal a largo plazo, pero tengo mis dudas de que no sea algo positivo para ESTA España, la de ahora. La que está destrozada.

Por supuesto, qué puedo saber yo, que no soy un experto ni soy nada…

2 comentarios:

  1. ¡Cómo me alegra oír eso de un experto! ¡Por fin! Porque un experto que defienda cualquier sistema falso y artificial, una de dos, o es un experto errado, o tiene intereses en esa falsedad o artificialidad.

    Lo de siempre, cuando algo se infla y se infla sin parar, o revienta o hay que desinflarlo antes de que eso suceda. Puede que desinflarlo traiga problemas, pero si se quiere, se hace controladamente, y a la larga sólo perderían los que se han forrado con el inflado, y ganaríamos los paganinis del mismo. Si revienta, es seguro que nos pilla a todos.

    Es cuestión de llamar a las cosas por su nombre y saber sumar y restar.

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  2. Lo que pasa es que los políticos estaban acostumbrados a pagar la deuda pública con dinero inflacionario.

    Antes de entrar en el euro debieron pensar en que el euro es una moneda extranjera para todos tal como está concebida, ya que no hay un país detrás de ella, sino que hay 18. Y cada cual no puede imprimir dinero a voluntad para pagar con dinero inflacionario, como se hacía antes.

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