martes, 16 de octubre de 2012

Una moneda elástica

El euro surgió como un mecanismo para agrupar a los países y facilitar los negocios entre ellos. Una vez que se habían eliminado las fronteras al movimiento de mercancías y personas, el tener una moneda común parecía un paso siguiente lógico.

El problema de tener divisas diferentes es la inestabilidad que eso añade a los negocios.

Si yo, Alemania (exportador nato por excelencia), pacto la venta de 100 coches a España por 100 millones de pesetas (sí, son baratos) y tengo un tipo de cambio marco/peseta de 1 a 10, al final de la operación tendré 10 millones de marcos.

¿Pero que pasa si el tipo de cambio varía?

Resulta que entre que se firma el papeleo y se produce la entrega, el gobierno español reconoce que tiene problemas fiscales y, debido a esto, la peseta baja respecto al marco, de modo que el tipo de cambio queda en 1 marco a 11,11 pesetas. En este caso, al finalizar la operación, la fábrica alemana habrá cobrado 100.000.000/11,11 = 9 millones de marcos (aproximadamente).

Para evitar este tipo de cosas, primero se estableció un cambio más o menos fijo entre monedas y, luego, una moneda común.

Durante los tiempos de bonanza, esto está muy bien, pero cuando hay problemas, se quita al gobierno del país de turno la posibilidad de devaluar la moneda. Cuando esto se hace, las importaciones son más caras pero las exportaciones se abaratan y, de golpe, el país se vuelve más competitivo. El euro funciona muy bien por las buenas, pero puede ser una idea arriesgada por las malas.

El problema del euro, al final, es que aglutina a economías muy dispares. ¿Qué tiene que ver la economía griega con la alemana o la belga? Sin embargo, todas tienen la misma moneda.

Para que una moneda común funcione, las economías en las que se implanta deben ser muy similares.

¿Y si no lo son?

En ese caso, se pueden enviar fondos de las economías ricas a las pobres para homogeneizar los entornos económicos. El problema surge cuando, en lugar de hacer esto, el dinero va a parar a algunos bolsillos concretos.

Tras años enviando dinero, nuestra economía (y el resto) siguen siendo muy diferentes una de otras. El euro puede intentar estirarse, pero como todo lo que se estira por encima de su capacidad, puede romperse.

Al fin y al cabo, pocas cosas son elásticas hasta el infinito y, las monedas, no son una excepción.

3 comentarios:

  1. Yo conozco una:

    La codicia humana (o en justicia, de muchos humanos)

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  2. Bueno, en realidad conozco dos:

    Añade la estupidez de los votantes.

    :-)

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  3. Aparte de lo que dices, el Euro pretendió forzar la unión política. No fueron sólo motivos económicos. La idea de la unión política de Europa surgió en la guerra fría, cuando la URSS se había apoderado de media Europa, central y oriental.

    Por esa idea política de unión no se pensó en las consecuencias de acoplar economías dispares en una moneda común. Desde el punto de vista económico era un disparate. Países cuya herramienta de competitividad era la continua devaluación no pueden sobrevivir en una moneda que no pueden devaluar. Basta ver que entre 1994 y 1995, Felipe González, del PSOE, devaluó la peseta en tres ocasiones.

    Pero adoptar una moneda común implicaba la pérdida de la soberanía para los países que la adoptaban. O eso se esperaba. Obviaron que los PIGS tienen una estructura democrática falsa: los partidos políticos son las principales empresas de esos países. Son una corruptocracia.

    La pérdida de soberanía implicaba para partidos como los españoles la pérdida del control social y económico. Miles y miles de sus miembros, de sus familiares y amigotes podrían perder sus cargos y chollos.

    Los entonces incautos centroeuropeos no se percataron del problema de la corrupción existente. De hecho, es que no les entra en la cabeza. Así que no pusieron una cortapisa sobre el volumen de endeudamiento en la zona Euro: debió establecerse una cortapisa al endeudamiento privado y público de los países en base a que fuera deuda con fines productivos.

    Pero no se hizo. Y fue le desmoche. Una moneda única fuerte, como el Euro, es lo más parecido al patrón oro. No puedes fabricar oro a voluntad ni puedes adulterarlo. Es un corsé. No puedes endeudarte para atender gastos políticos o de propaganda porque eso no produce riqueza para devolver el préstamo.

    Ahora, Merkel, que es consciente del problema, trata de poner la camisa de fuerza que debió ponerse al crear el Euro. El problema es que los locos llevan diez años haciendo locuras y rehabilitarles es muy difícil.

    Lo que ahora intenta Merkel es lo que debió hacerse al implantar el Euro. Para empezar, es increible que casi de golpe entraran 17 países en la moneda única. Se hizo, como digo, con fines políticos. Una moneda única se ensaya primero con tres o cuatro países de similar estructura económica y después, se va dando entrada a los que se hayan adaptado a condiciones estrictas. ¡Pero si se dejó entrar incluso a Grecia!.

    Lo que se dijeron los políticos de los PIGS es que si a mí me han dejado entrar y a los griegos también, esto es Jauj, ancha es Castilla. Y se pusieron las botas.

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