Una de las peticiones hechas, por los grandes bancos de nuestro país al gobierno, ha sido la creación de un banco malo. Ya se que muchos piensan que los bancos "malos" ya están creados y son todos, pero no es eso exactamente. Dejadme contaros una historia.
Villacañas del Tomellar era un pueblo tranquilo, apacible y casi autosuficiente. Tenían carniceros, agricultores, maestros, ferreteros, arquitectos, médicos, etc... En el acta de constitución del pueblo, figuraban derechos tan variados como el trabajo digno, una buena vivienda o el derecho a una alimentación sana.
Un día, se hicieron públicos unos estudios que revelaban que consumir lechuga de vez en cuando aumentaba la calidad de vida e incluso podía alargarla. Por una feliz coincidencia, a la mitad de las amas (o los amos) de casa del pueblo le pareció buena idea cenar ensalada. No cort@s ni perezos@s se fueron al mercado. L@s primer@s, salieron con su lechuga bajo el brazo, content@s por las promesas de longevidad. L@s que no consiguieron una, la compraron sobre papel, es decir, la encargaron para el día siguiente. La fiebre de la lechuga se había desatado.
Los cocineros de el pueblo, se dedicaron a crear platos a base de lechuga y ésta se convirtió en un bien de lujo cuyo precio subía casi a diario, aunque a nadie le importaba. Como el suministro de lechuga era limitado, los vecino de Villacañas del Tomellar comenzaron a comprar con meses de adelanto. Ante la gran demanda, el ayuntamiento comenzó a vender terrenos comunales para que se plantaran más lechugas. A pesar de todo, sus precios no paraban de subir.
No era de extrañar si pensamos que los vegetales tardaban un tiempo en crecer y, además, el terreno para plantarlas cada vez era más caro. La locura llegó a tal punto, que había vecinos que compraban varias lechugas entre semana para luego revenderlas el fin de semana a un precio mayor. Total, la lechuga nunca bajaba, era mejor inversión que el oro.
De repente, un día, todo cambió. Las lechugas estaban tan caras, que casi nadie podía comprarlas y los bancos del pueblo ya no daban créditos de consumo para comprarlas. Los habitantes, ya no podían permitirse comer lechuga a diario. Tristes por la perspectiva de la longevidad perdida, ese día nadie compró lechuga y el enorme stock que había en el mercado esperando a ser vendido se quedó allí.
Los grandes fruteros y verduleros del pueblo, que se habían enriquecido hasta alcanzar cotas inimaginables (como "el Nemesio el Cabra", que iba de su casa al "sembrao" en "helicóptero"), se preocuparon. De repente, se encontraron con sus almacenes repletos de lechuga que se pudría por minutos, sin embargo, no querían venderla a un precio inferior. Eso significaría reconocer pérdidas en su negocio y la confianza en los verduleros caería.
Armados con amenazas veladas y una propuesta se dirigieron al ayuntamiento a hablar con el alcalde. Le propusieron que el consistorio les comprara las lechugas al precio que ellos pedían, de modo que dieran salida al stock acumulado en sus almacenes. Luego, el ayuntamiento podía revenderlas o dárselas de comer a los cerdos. Tanto les daba. El alcalde sabía que eso haría que los ciudadanos pagaran, a través de tributos, la diferencia entre el precio que los verduleros daban a sus lechugas y el precio real de mercado.
El alcalde se encontró dividido, las amenazas de que no habría otra fruta o verdura que lechuga durante meses le preocupó. Si creaba "la frutería mala", los magnates del pueblo estarían contentos con él y eso siempre venía bien. Pero, a la vez, traicionaría a sus ciudadanos al hacerles pagar las pérdidas de otros.
¿Qué hizo el alcalde?
Pues eso, lo que los grandes bancos pretenden, es que con los impuestos de todos se les compre las viviendas a precio burbujil. Y que luego, el gobierno, haga lo que quiera con ellos. Así, los bancos limpian sus balances y el gobierno "soluciona" el problema crediticio. Todos contentos... bueno, los ciudadanos no, que tendrán que cubrir las pérdidas de los mismos bancos que les quitan las casas y les deniegan los préstamos.
Pero claro, ya han pasado las elecciones, ¿a quién le importan los ciudadanos?
Fuente: patapumparriba.com
Sihaycrisis ahora en Twitter: @Insignificantiu
No sé si crearán o no el Banco Malo. Es injusto, pero lo mismo están haciendo con las Cajas arruinadas, alimentadas con dinero público, y sin exigencia seria de responsabilidades. Lo bueno del Banco Malo es que permitiría tirar los precios de los inmuebles y que pudiera activarse la compra venta y se mueva algo de dinero. Porque ahora, si tiran los precios, algunas entidades quebrarían.
ResponderEliminarEn realidad es una situación que solución buena no tiene. Por eso los responsables políticos nunca deben dejar que sucedan tales cosas. No sé que hicieron Solbes y el Banco de España de 2004 a 2007, cuando se montó la gran burbuja.
De momento están convirtiendo en el Gran Banco Malo al BCE que se está quedando con bonos y otras cédulas de países como Grecia, Portugal, Italia o España. Veremos si aguantan los alemanes sosteniéndolo.
Oye he leído una alternativa, que expone José Luuis Ruiz Bartolomé, el autor de Diós libro adiós en su blog, y cito textualmente: "reconocimiento a fecha de hoy de toda la depreciación del activo, pero con la posibilidad de dotar/amortizar las pérdidas en varios (diez, quince) ejercicios."
ResponderEliminarBueno, ya de paso, podría explicarlo un poco, os parece buena idea?
Pd: Saludos, bucan, veo que el sáabado te fuiste de copas con unos gatos...jeje
Me refiero a que podrías explicarlo tú, no el autor..esto de escribir deprisa...sorry
ResponderEliminarBucan dijo...
ResponderEliminarYo creo que no es justo, sí bajarán los precios, pero la diferencia la pagaremos igualmente vía impuestos, tanto si compramos, como si no como si ya habíamos comprado.
Me parece interesante su extrapolación del artículo al terreno de la deuda.
No esperaba menos de ti...
Julio
Básicamente lo que dice es que los bancos han de reconocer que los pisos no valen lo que antes (depreciación del activo), pero que lo pueden reconocer de forma que esas pérdidas las puedan compensar con los beneficios durante varios años (posibilidad de dotar/amortizar las pérdidas en varios (diez, quince) ejercicios)... así pagan menos impuestos.
Espero haberme explicado.
Saludos
Al contar la burbuja de las lechugas me has recordado la burbuja de los tulipanes, que ocurrió realmente en Holanda hace varios siglos.
ResponderEliminarAnónimo dijo...
ResponderEliminarSi jajajaja a mi me pasaba lo mismo mientras lo escribía... no sé si me inspiré en eso o me ha salido así por las buenas jajajaja
Si resulta que unos cuantos “espabilaos” particulares, en connivencia con otros “espabilaos” públicos, a través de leyes del suelo, recalificaciones de terrenos, manejos de informaciones privilegiadas, ingenierías financieras, dineros negros, trafullas y evasiones varias han hecho que ingentes cantidades de dinero hayan ido por arte de magia a parar a sus cuentas en los paraísos fiscales, no veo yo la razón para que ahora haya que dejarles que amorticen la depreciación del activo en varios años para pagar menos impuestos. Entre otras cosas eso significa que por si fuera poco, lo que pagan ellos de menos lo pagaremos el resto de más. ¿No sería mucho más lógico exigirles que devuelvan lo robado y habilitar el excedente de viviendas como cárceles?
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