Ayer, para un artículo de Actibva, me leí en profundidad los programas de Barack Obama y Mitt Romney. Estos dos oponentes políticos tenían visiones radicalmente opuestas de los planteamientos económicos que habían de sacar a Estados Unidos de la crisis, sin embargo, estaban de acuerdo en algo: la importancia del comercio internacional.
Las palabras de los contendientes me sonaban, me sonaban mucho. Me puse a pensar dónde las había oído antes y no fui capaz de ponerle cara a otro dirigente político que las hubiera dicho. Al rato entendí el motivo de esto: lo habían dicho todos.
Si buscáis bien, cualquier dirigente occidental confía en salir de la crisis gracias a las exportaciones. Todos piensan que podrán compensar la caída del consumo doméstico exportando sus excedentes a otros países, pero claro, si la demanda general ha caído, ¿a quién vas a exportar?
Hoy día, hasta Alemania está a punto de entrar en recesión porque ya no se venden tantos BMW’s ni vitrocerámicas Siemens como antes. Será porque los bancos alemanes han parado la diarrea crediticia hacia otros países, diarres que volvía a ellos en forma de pedidos industriales.
Basar la recuperación en las exportaciones es una estupidez cuando todo el mundo piensa en lo mismo. Esto es lógico cuando un país tiene una ventaja competitiva frente a otro, pero hoy día cualquier empresa española puede comprar la misma máquina de fabricar gamusinos alados que tienen las fábricas alemanas o estadounidenses.
Además, el mercado está roto. ¿Exportamos a países que no tienen con qué pagar o a países que confían en salir de la crisis exportando?
La cuestión es tan simple como el hecho de que no hay dinero para consumir ni, afortunadamente, ganas. Por eso, cuando oigáis al político de turno decir que las exportaciones nos sacarán de esta, reíros en su cara, que visto como está la cosa y cómo va a evolucionar, será una de las pocas oportunidades disponibles para reír.
En realidad, el mercado internacional es de suma cero simplificando. Unos países tienen déficit y otros superavit. Lo ideal sería un equilibrio que nunca se ha conseguido.
ResponderEliminarEE.UU. consume de todas partes y más que exporta. El déficit lo cubre China y otros países como los árabes del petróleo, que tienen superavit.
El gran talón de Aquiles son las importaciones energéticas. Treinta o cuarenta mil millones de Euros en el caso de España. Hay que producir y vender mucho para compensar eso. Y mucho combustible se quema en atascos de ciudades o desplazamientos festivaleros totalmente improductivos.
Resumiendo, los países deben tender a exportar tanto como importan. Pero el mercado energético o la fábrica mundial que es China desequilibra la balanza.
EE.UU. tendrá un gran chute pronto con el gas. En Lousiana hay un oceáno de gas que empiezan a extraer por el procedimiento de rotura de piedra con agua a presión, donde está encerrado. Tendrá gas para cubrir sus necesidades y hasta para exportar. Será una revolución energética en cuanto tengan listas las instalaciones de bombeo.
Por otro lado, no hay que olvidar que muchos países han desistido de construir centrales nucleares. Han renunciado a millones de Megavatios a precio asequible. Ello implica un empobrecimiento que hay que asumir. No se puede tener todo.
ResponderEliminarPor mi tierra, Cataluña, el Sr. Mas y sus entusiastas seguidores esgrimen el factor exportación como solución a las pérdidas de ventas en el resto de España, en el caso de que Cataluña obtuviera la independencia.
Y sus incondcionales se lo creen a pies juntillas.