Existen ciertas preguntas que se han convertido en algo corriente, se trata de preguntas que te hacen de vez en cuando, a veces las mismas personas (con un cierto espacio de tiempo entre ellas) y a veces no.
¿Cuándo acabará la crisis?
Para mí esta no es la pregunta que hay que hacerse, más bien habría que preguntarse en primer lugar ¿qué se entiende por el final de la crisis?
¿Crecer como antes? Nunca. El crecimiento a base de esteroides (crédito) es finito y peligroso. Lo único que hacer crecer como cuando se crece con esteroides son más esteroides. Lo único que hace crecer como se crece con una burbuja es otra burbuja.
¿Qué haya pleno empleo? Nunca. Con las condiciones actuales, está claro que existe una separación entre lo que se produce y la gente necesaria para hacerlo. Cada vez hace falta menos gente para producir lo que hace falta.
¿Qué se gaste/consuma como antes? Esperemos que nunca, porque eso significará que hemos aprendido algo, aunque mucho me temo que, si en cientos de años no hemos aprendido (os recuerdo que la primera burbuja fue hace siglos), es probable que sigamos sin hacerlo.
Lo que, pienso, que hay que meterse en la cabeza, por mucho que duela, es que mucha gente de la que está parada no volverá a trabajar, más que nada, porque no son necesarios para un sistema que los ha masticado y escupido. No digo que esto me parezca bien ni mucho menos, es lo que dicen los números. Otro tema es que haya que cambiar dichos números y dicho sistema… pero eso es otra guerra que parece que nadie quiere emprender.
Tal vez la crisis no es una crisis sino un ajuste a lo que debió ser y no fue. Tal vez lo anómalo fue lo de antes y no lo de ahora. Tal vez lo raro era consumir con 30 años de adelanto (hipotecas y bmw’s en el mismo préstamo) y no la austeridad en las familias. Tal vez lo raro era ver a chavales que apenas sabían escribir conduciendo audis con 20 años.
No digo que me parezca bien ni mal, a mi las cosas no me parecen. Mi faceta de ingeniero me hace mirar los números de economista de forma fría, intento cuestionarme las cosas sin pasión, porque la pasión enturbia el juicio y nubla la razón.
Otra cosa es que luego, en soledad, la tristeza me invada pensando en qué se ha convertido el país en el que crecí lleno de esperanza por ver un futuro mejor… y en qué se tiene que convertir…
La gran pregunta no es cuando acabará la crisis, sino que tendremos después. Y sólo veo dos opciones. O nos convertimos en un país desarrollado de una vez, o volvemos a la España de los años 60 con medio país emigrado mandando divisas y la otra mitad malviviendo en España con unos sueldos de miseria y trabajando para los "señoritos".
ResponderEliminarCuestiones para una tarde de sábado en una terraza en la que la pregunta habitual es muy otra: ¿dónde está la crisis? Qué pena de país.
ResponderEliminarhttp://maria-may.blogspot.com
Como bien apuntas, nunca volverán los tiempos vertiginosos porque la capacidad de endeudarse ha llegado al tope.
ResponderEliminarAhora toca pagar la deuda a empresas y familias y ver de parar el gasto de las Administraciones, que son las que siguen endeudándose.
La entrada de siete millones de inmigrantes de forma descontrolada agravó el problema laboral: sobra mano de obra masiva. No existe ninguna actividad que pueda sustituir a construir más de 600.000 viviendas al año. Ninguna.
Y no parece que la gente esté dispuesta a trabajar construyendo tablets y iphone por doscientos dólares al mes como los chinos. Así, que mal asunto.
Mi pregunta es: ¿cuándo comenzar el diseño del nuevo sistema? Claro, que para ello es imprescindible enterarnos de una vez por todas de que esto no es una crisis, que es el colapso del actual sistema.
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