martes, 2 de abril de 2013

Econometría para todos: el viaje vacacional


Tres amigos de toda la vida estaban sentados en uno de los bancos de la plaza del pueblo discutiendo acerca de lo que iban a hacer en vacaciones. Puesto que el viaje sería en seis meses, no estaban seguros de cómo estarían de dinero en ese momento, de modo que tenían una cierta incertidumbre acerca del destino.

-         Pienso que la situación económica no es tan mala como la pintan y que esto mejorará, de modo que podríamos ir a Nueva York de vacaciones – dijo el más optimista.
-         Pues yo creo que te equivocas, la situación es tan mala que puede que en seis meses estemos todos en el paro. Deberíamos irnos preparando para ir de camping a la costa… un sitio baratito – opinó el pesimista.

El tercero se quedó callado sopesando las afirmaciones de sus dos amigos.

-         Según los datos oficiales – dijo pensativo -, se espera que el paro alcance un 30%, eso significa que es probable que uno de nosotros esté desempleado. Tal vez lo que deberíamos hacer es, contando con que dos tendrán trabajo y uno no, coger el dinero que costaría a esos dos ir a París, que no a Nueva York, y ponerlo en un fondo común para sufragar las vacaciones del que esté en paro.


Las previsiones funcionan del mismo modo.

A la hora de hacer previsiones sobre la economía se utilizan unos modelos “econométricos” que son complejas fórmulas que, partiendo de ciertos supuestos y utilizando métodos estadísticos, permiten extrapolar el comportamiento futuro de ciertos agregados.

Por ejemplo: para predecir cómo evolucionará el PIB de tal o cual país, se utiliza una fórmula que tiene en cuenta el desempleo esperado, el consumo, etc…

¿Por qué diversos organismos obtienen diversos resultados al aplicar la misma fórmula?

Porque introducen diferentes valores de entrada. Si un gobierno es optimista, esperará menos desempleo futuro y, a consecuencia de ello, sus estimaciones de PIB serán mejores que las de un cálculo con peor desempleo que producirá, como es lógico, un PIB menor.

¿De qué previsiones nos podemos fiar?

De todas y de ninguna. Las previsiones son eso, previsiones. Si las variables de entrada (desempleo, consumo, inversión, etc…) se comportan de forma similar a cómo cierto organismo las ha previsto, sus estimaciones derivadas de estas serán correctas, en caso contrario, se equivocarán.

Personalmente, las previsiones que menos confianza me dan son las de los gobiernos, ya que  son parte interesada en que la gente crea que todo va a mejorar… el Banco Mundial y el FMI son más independientes en ese sentido.

Al final, son sólo eso, previsiones. Nos dan una idea de la evolución futura de las cosas, pero la bola mágica no la tiene nadie… y menos los economistas.

3 comentarios:

  1. Bueno, cuanto más complejas son las fórmulas de los modelos econométricos, más errores van introduciendo y acumulando a través de las variables que las componen. Y mucho más cuando las variables que intervienen son a su vez dependientes unas de las otras de forma directa o indirecta. Total, que el resultado final sólo va a depender de una estimación optimista o pesimista de tal o cual variable y de tal o cual coeficiente (que será manipulado a conveniencia si el resultado obtenido no es el esperado), lo que convierte a tan teórica y “sofisticada” fórmula en una simple y llana bola de cristal, ante la cual por supuesto que nadie ve nada, sencillamente se lo inventa. Y vete tú a discutirle y a demostrarle lo contrario. De ello se sirven, ni más ni menos. Menos error conlleva el sentido común y la conclusión de que uno más uno son dos, lo mires por donde lo mires, y que de donde no hay no se puede sacar, sencilla y llanamente. Eso sí, no vale el viejo y malísimo truco de que uno más uno son diez en base dos.

    El Banco Mundial y el FMI son más independientes en un nivel, pero parte “muy” interesada en otro nivel, que es el más manipulador y estafador, el que consolida las estafas locales para convertirlas en la gran estafa global.

    ResponderEliminar
  2. Yo, como aficionado a la historia, esto me recuerda a los gurús y adivinos de los tiempos antiguos a los que se consultaba ansiosamente en época de calamidad. Los había optimistas que prometían tiempos mejores y pesimistas que hacían predicciones apocalípticas. Al final cada grupo de personas iba a aquel adivino que más le convenía a sus aspiraciones personales. Es decir, los que veían el futuro de optimismo, iban al adivino optimisma; los que estaban el el arroyo escuchaban más al pesimista pues confirmaba su mala suerte. Además, el adivino pesimista siempre salía ganando pues, aún en tiempos de bonanza, hay gente desgraciada que mira con envidia y rencor a los que les va bien. Cuando oyen al adivino decir que se abrirán los cielos y caerá fuego, en su interior piensan "esos que están tan bien arderán como yo".

    ResponderEliminar
  3. Las previsiones son necesarias y si alguien aplica el mismo criterio al hacerlas, aunque no sean acertadas, pueden indicar la tendencia comparándolas con resultados anteriores de ese mismo organismo.

    El problema que veo es que en la zona Euro la política se impone mucho sobre la economía. 17 países con sus respectivos gobiernos (y aquí con otros 17 autonómicos) que han de ponerse de acuerdo para tomar medidas de carácter económico destrozan cualquier previsión.

    Por ejemplo, que se forme gobierno sólido o no en Italia puede hacer que la economía mejores o empeore en toda la zona Euro porque todos los países que comparten moneda sufren las consecuencias de lo que hagan los otros.

    ResponderEliminar

Twitter Bird Gadget