viernes, 15 de febrero de 2013

Una humilde lección de macroeconomía


Cuando se habla de macroeconomía, una de las principales magnitudes que se manejan es el PIB o producto interior bruto. Aunque la palabra macroeconomía impone respeto por parecer un término oscuro utilizado por gente seria, nada más lejos de la realidad.

La macroeconomía es la suma de todo y, el pib, no es sino la suma de todas las barras de pan que se venden, todos los euros que se invierten en negocios y todas las naranjas que se envían al extranjero, entre otras cosas.

Cuando un político o economista dice que el pib ha caido, lo que está diciendo es que se ha comprado menos pan, menos coches, se han abierto menos negocios y se han vendido menos naranjas a los ingleses para que hagan zumo.

Los componentes del pib son cinco: consumo, inversión, gasto público neto, importaciones y exportaciones. Pero, como dijo Jack el Destripador: vayamos por partes.

El consumo es un viejo amigo nuestro y también el principal elemento del pib en las economías occidentales. Esto hace que cuando la gente deja de gastar se estime que la economía empieza a decrecer. Al final, se trata de que lo que decía Keynes, aquello de que la demanda manda (hay que fabricar lo que se quiera consumir), ha dejado de funcinar. Por eso cuando el consumo estornuda, la economía se resfría. También tiene algo que ver el crédito dado (que significa consumo adelantado, pues en en lugar de ahorrar y comprar algo en un año, pido un crédito y lo compro ya) y el fomento del consumo por el consumo o el famoso tanto tienes tanto vales.

La inversión es algo más desconocida, básicamente proviene del ahorro que se deposita en los bancos y que luego estos prestan para que las empresas u otras familias inviertan. Sin ahorro y sin crédito para inversión, este parámetro, el segundo más importante del pib, se vienen abajo. Además, no os quiero decir qué pasa cuando no se invierte en crear nuevas empresas, puestos de trabajo, etc…

El siguiente es otro viejo amigo, el gasto público neto, es decir, ingresos o impuestos (que nombre tan desciptivo, ¿verdad?) menos gastos. Este agregado viene de todos los bolis, folios y portaviones que el sector público consume. Según el amigo Keynes, si la economía va para abajo nada como un chute de gasto público, padatón palante y ya se pagará la factura. El problema surje cuando el patadón lo han dado familias, empresas y administración y no queda nadie para pagar la cuenta.

Finalmente, están las exportaciones e importaciones. Vendemos naranjas y compramos gasolina. Últimamente se habla del aumento de las exportaciones y se abandera esto como posible punta de lanza en la salida de la crisis. Sin embargo, la estadística que es muy agradecida, nos dice que si antes de un pib de 100 exportábamos 25, las exportaciones eran un 25%. Si ahora de un pib de 75 seguimos exportando 25, se trata de un 33%. ¿Hemos aumentado las exportaciones? Puede que éstas hayan crecido algo, pero no tanto como se empeñan en que creamos. Más que nada porque ¿quién compra?

En resumidas cuentas, según la macroeconomía, la economía crecerá cuando se puedan comprar más barras de pan (menores precios, menores impuestos sobre el pan o mayores salarios), o cuando las familias ahorren más (menores precios, menores impuestos sobre el pan o mayores salarios) y ese ahorro se preste para ser invertido, o el sector público gaste, ineficientemente, más (una hermosa trampa) o, finalmente, vendamos más naranjas o vendamos algo en menor cantidad pero mayor valor o compremos menos petróleo (bajando ése 70% de transporte de mercancías por carretera).

La macroeconomía no es difícil, basta con ponerle un poco de cariño.

4 comentarios:

  1. Claro que no es difícil. Es lo más sencillo del mundo: 2 + 2 = 4, y de donde no hay no se puede sacar. Ya se encargan los beneficiarios del sistema de marear la perdiz barajando e inventando cifras que son absolutamente incomprobables para seguir sacando de donde no hay, o sea inflacionando todo lo que se mueve en una huída por delante a la que ya no le queda recorrido.

    En una economía global, si no existiera el tonto, el listo estaría de más. Para que a mí me sirva de algo hacer las cosas bien, tiene que haber otro que las haga mal. Y en el momento en el que el otro espabile, se me acabó el chollo. La contradicción está en que al hacer las cosas mal, también me perjudica, porque no tiene dinero para comprarme y además no me paga lo que me debe.

    Se supone que los PIIGS hacen las cosas mal, y perjudican al resto de países de la UE porque tienen que tapar sus agujeros, y porque pierden clientes, además de dejar impagados. Pero claro, si las hubieran hecho bien, los perjudicados serían el resto de países, porque hubieran pasado de ser proveedores a ser clientes, con la alteración correspondiente de todos los componentes del PIB. Y lo mismo ocurriría en el siguiente escalón, o sea, la UE frente a EEUU, Japón y economías emergentes.

    Lo complicado es ponerle cariño a toda esta gigantesca estafa que es el sistema.

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  2. Uno de los trucos más viejos del mundo de los "tigres de las finanzas" es hacer la economía incomprensible para los legos que necesitan de sus "sacerdotes" en los bancos que les prometen jugosos beneficios sacados de la manga. El típico "mételo aquí que te darán más intereses". El problema es cuando, de la noche a la mañana te quedas sin nada y con la cara de tonto. Así pasa con las preferentes, Fórum Filatélico, Afinsa, RUMASA, etc, etc. Y no aprendemos.

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  3. El problema del PIB es que no indica como se consigue. Cuando en España se decía que subía el PIB e íbamos en la Champion League, lo que subía de verdad era el endeudamiento externo de los españoles.

    Ahora no hay PIB subiendo pero los españoles deben un billón de euros a los ahorradores extranjeros, en gran parte deuda privada de empresas y ciudadanos.

    O sea, si la producción de bienes no es bastante productiva y rentable como para hacer frente a los intereses del endeudamiento, puedes estar haciendo subir el PIB pero arruinándote.

    Lo que sucedió en España donde unos se vendían a otros pisos cada vez más caros alimentando el negocio a base de deuda exterior, porque encima en España no hay bastante ahorro interno.

    Ahora todo está perdido.

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  4. Todo perdido.

    Por mi actual trabajo hablo con mucha gente, la mayoría pensionistas y desempleados.

    Todo el mundo parece saber quien tiene la culpa (bancos, políticos y empresarios)

    Nadie entona un "mea culpa". Si a mis 40 años me metí en una hipoteca de 300.000 € a 35 años, tras vender mi vivienda por cinco o diez veces lo que me costó, la culpa es de los bancos que me engolosinaron como a un niño de pecho.

    Por otro lado, he llegado a creer que en este país nadie tenía vivienda, de lo contrario no se explica tanta gente hipotecada.

    Un saludo


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