Marcha minera: lo que yo viví

Ayer, al volver a casa me asaltó la necesidad de desplazarme al centro de Madrid para ver lo que estaba pasando.
 
Desde las redes sociales, Twitter fundamentalmente, se informaba de concentraciones y abucheos en la puerta del Congreso, de modo que fui a echar un ojo a lo que estaba pasando.
 
En principio, mi idea era simplemente ver lo que estaba pasando para formarme una opinión de los hechos sobre el terreno, para que mañana (hoy) cuando los medios de des-información dieran las no-noticias, pudiera saber de primera mano la verdad. Esta es la crónica de lo que yo viví.
 
17:45 Llegada a sol en cercanías. Todo tranquilo. Los turistas y las familias se agolpan alrededor de Minnie Mouse y Bob Esponja para hacerse fotos.
 
17:50 Llego al Congreso. Todo tranquilo. En la plaza de enfrente hay unas 40 o 50 personas, unos pocos con tienda de campaña. De pronto, un corresponsal de la BBC (foto difundida por Twitter) se pone a dar el parte (en inglés) y lo que dice es muy, muy interesante. Según él, las medidas del gobierno están encaminadas a conseguir que vuelvan a comprarnos deuda.
 
18:15 Llegada a Atocha. Todo tranquilo. Apenas dos furgonetas de la policía (lecheras) y con grupitos dispersos de gente campando por ahí.
 
19:00 Conforme se acerca la hora de convocatoria, aumenta el número de lecheras. A esta hora ya vamos por 9, aún lejos de las 15 que llegué a contar cuando dejé de hacerlo.
 
19:30 La cosa se anima. Los mineros empiezan con la manifestación. Apenas unos pocos miles de personas. La marcha está “escoltada” por detrás y por delante por lecheras. 3 o 4 por detrás y 7 u 8 por delante. Además hay ambulancias. Triste presagio.
 
21:30 (hora aprox, no tuve tiempo de mirar el reloj) se escuchan noticias confusas de disturbios en lavapies y la calle carretas. Al parecer hay contenedores ardiendo. Comienzan las cargas de los antidisturbios. Algunas son provocadas y otras no. Cartuchos de plástico y pelotas de goma vuelan por doquier, se dispara DIRECTAMENTE contra la gente.
 
Unos señores mayores que están tocando en la calle reciben su dosis de porra. Las familias que estaban por allí (no iban en la manifestación) cogen a sus hijos y se refugian en los bares chillando. El humo y el caos se extiende por el centro.
 
La Gran Vía se convierte en un ir y venir de sirenas de ambulancia, policía y bomberos. Los disturbios se extienden alrededor de sol. Hay fuego en Preciados y palos en Callao.
 
Esta mañana, los medios dicen que los antisistema lo provocaron todo. Sin embargo, no fue eso lo que yo vi.
 
Pienso que cuando un gobierno corrupto da la espalda al pueblo y no solo eso sino que se rie de ellos, como pasó ayer en el Congreso, sin escuchar sus súplicas y, además, le hunde en la miseria para perpetuar su régimen, la ciudadanía tiene el deber y la oblicación de defenderse y recuperar el poder soberano que, por derecho, le corresponde.

Al menos, la ministra italiana tuvo la decencia de llorar al comunicar los recortes, la cara de Soraya Saenz en el Congreso ayer, sonriendo mientras empobrecian a los ciudadanos para salvar la casta, me dieron ganas de vomitar.