lunes, 30 de julio de 2012

Una historia bávara

Habia una vez dos países que durante muchos, muchos años, se habían dedicado a darse de leches y no de las nutritivas precisamente. La última vez que se pelearon, la liaron tan, tan gorda que cuando todo acabó, Europa estaba bastante perjudicada.

Con el fin de evitar que esto volviera a pasar, se establecieron una serie de tratados entre las dos naciones que culminarion con la formación de la Comunidad Economica Europea. Después de crearse este engendro, apareció una cosa llamada Mercado Común. Esto venía a ser un mercado internacional sin fronteras ni aranceles para los países que lo formaban.

Esto vino especialmente bien a uno de los dos países que siempre andaban a la gresca pues era un país con gran potencia industrial y cuyo gran fuerte era la exportación de sus productos, que por otra parte, eran de gran calidad. De la noche a la mañana, Alemania se encontró con un mercado aún mayor y cuyo coste para exportar se había reducido sustancialmente, sin embargo aún había un problemilla: la moneda.

Como Alemania exportaba a muchos países, cada uno con una economía de su padre, de su madre y de sus políticos, la inestabilidad cambiaria no era buena para sus exportaciones ya que no permitía conocer a ciencia cierta cuánto se iba a cobrar ni si la operación iba a ser rentable.

Para solucionar este problema, se pensó en crear una moneda común. De este modo, se eliminaría la inestabilidad cambiaria en la Eurozona y se favorecerían aún más las exportaciones.

Como resulta que los países eran muy dispares, los países fuertes empezaron a enviar rios de dinero a los países más pobres. Estos últimos debían invertirlo en nivelar sus países con los más ricos aunque mucho dinero se perdía por el camino en los bolsillos de alguno. En cualquier caso, tanto si era para construir infraestructuras como para comprar Audis a los políticos, buena parte de ese dinero volvía blanqueado (del erario público a las empresas privadas) a las empresas de los países fuertes.

Durante estos años felices, se facilitó crédito barato a los ciudadanos para evitar subirles los sueldos pues iba en contra de la nueva religión europea: la iglesia de la competitividad suprema. El crédito barato también alcanzó a las empresas que se embarcaron en una ola de fusiones y adquisiciones que engordó aún más la pelota de deuda privada.

Todo funcionó más o menos “bien” hasta que llegó una enorme crisis financiera. Entonces, en un intento de sostener el modelo, los bancos de los países fuertes se dedicaron a prestar, aún más de lo que ya habían prestado durante el boom, ingentes cantidades de dinero a los países débiles.

Una gran bola de deuda pública se unió a la de deuda privada formándose una grandísima bola de papel. Para asegurar el cobro, los países fuertes, con Alemania a la cabeza, decidieron que, para seguir prestando a los débiles estos debían acatar una serie de condiciones encaminadas UNICA Y EXCLUSIVAMENTE a asegurar que sus acreedores cobrarían. Sin pensar que, si para cobrar extrangulaban la economía de estos países débiles, sus clientes, ellos también caerían, pues sólo se vende cuando hay alguien que compra…

Lo curioso de esta historia, es que se acabó entrando en una espiral en la que el dinero prestado va a mantener una estructura administrativa que no es soportable, pero si se deja de prestar, el castillo de naipes caerá y el mundo verá que el Kaiser está desnudo.

Curioso, ¿no?

6 comentarios:

  1. Hombre, más que curioso, es de cajón. El final de cualquier huída por delante es el precipicio. De una chistera se puede sacar un conejo, pero no una granja. Un globo no se puede inflar más de lo que su elasticidad permite.

    La globalización, desgraciadamente, no ha sido otra cosa que la macrofusión de las mafias, y eso no puede terminar bien, por mucho que se intente camuflar de mercados, ofertas y demandas, crecimientos, progresos, o cualquier otra falacia por muy bien que suene.

    ResponderEliminar
  2. La actual Alemania de Merkel ha conseguido (en parte) lo que Alemani no logró en las dos guerras mundiales: adueñarse de Europa. Claro, que con países como España o Grecia, el lastre es muy grande...

    Como dices, esto ha entrado en un bucle que parece que va a ser infinito... Te doy dinero para que lo inviertas en cosas que sean productivas, generes dinero y me la puedas pagar. Pero claro, el que un país como el nuestro tenga más aeropuertos que Alemania... pues es normal que los mercados desconfíen. Está muy bien invertir en infraestructuras, pero las carreteras no dan dinero... Si esas cantidades se hubiesen invertido en cosas productivas, mejor nos iría...

    Difícil solución le veo yo a esto...

    Un saludo,
    jmr

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jmr, aún suponiendo que lo hubiera invertido en cosas productivas, el bucle permanecería, porque si gracias a ese dinero nos hubiéramos hecho competitivos, sería en detrimento de las exportaciones alemanas. Es evidente que para que tú me vendas algo a mí, yo tendré que comprártelo, y sólo te lo compraré si tus productos tienen mejor relación precio/calidad que los míos. Si yo consigo igualar esa relación, dejaré de comprarte, y si la mejoro, serás tú el que me compres a mí, pero entonces entramos en la misma espiral pero a la inversa. Total, que lo que no funciona es un sistema que sólo lo hace cuando hay “listos” y “tontos”. Si los “tontos” espabilan, se acabó el chollo, y si no espabilan, acaban siendo un lastre, porque las diferencias se agrandan y al final no pueden comprar nada a los “listos”.

      Eliminar
    2. Fractalio, he releido lo que he escrito y está todo un poco mezclado... Jejeje. Está claro que aunque hubiésemos invertido bien ese dinero, no saldríamos del bucle.

      Eliminar
  3. El problema radica en que se unieron economías exportadoras con importadoras. España tiene un déficit comercial crónico y eso hay que financiarlo con préstamos. Muchos de los objetos que gustan y el combustible para vehículos se importa.

    Al ir perdiendo competitividad en el Euro por inflación superior a la media de la zona casi cada mes, el problema se fue agravando, aunque la burbuja inmobiliaria a base de endeudamiento tapaba el desastre.

    Ahora, para seguir en el Euro hay que cambiar la estructura económica para intentar exportar más que lo que se importa. Pero eso llevará sudores, si es que se consigue.

    Porque si no se elimina la burbuja política que existe en España, es imposible. Miles y miles de cargos políticos que sólo saben gastar y pocas cosas más no es el mejor caldo de cultivo para el cambio necesario.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vale, Bucan, peeero, si se unen los “listos” con los “listos”, llegaríamos a la misma situación: los “tontos” cada vez serían más pobres, y llegaría el momento en que los “listos” tendrían que comerse sus productos, o prestar el dinero a los “tontos” para que sigan comprándoselos, y vuelta a las andadas. ¿Me puedes explicar cómo se rompe el círculo vicioso? ¿No será que con este sistema es inviable una economía global? Y siguiente pregunta: ¿qué es mejor, volver a las economías localizadas, o diseñar un nuevo sistema global?

      Eliminar

Twitter Bird Gadget